Noviembre 14, Cuatro requisitos

 

Acerquémonos al Lugar Santísimo.

 

Conforme a lo que se lee en Hebreos 10:22, debemos cumplir con cuatro requisitos para acercarnos al propiciatorio y al trono del Lugar Santísimo. Primero, debemos tener un "corazón sincero"; segundo, debemos tener "plena seguridad que da la fe"; tercero, nuestros corazones deben ser "interiormente purificados (rociados) de una conciencia culpable"; y cuarto, nuestros cuerpos deben ser "exteriormente lavados con agua pura" (de acuerdo a la NVI). Vamos a mirar brevemente cada uno de ellos.

Un corazón sincero: Nos acercamos a Dios con nuestros corazones, no con nuestras mentes. Dios no es la respuesta a un enigma intelectual, pero Él sí atenderá a un corazón sincero, y anhelante. Debemos venir sin pretensiones, presentándonos a Dios tal y como somos sin esconder nada.

Plena seguridad que da la fe: Hebreos 11:6 dice, "Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe". Debemos venir con fe absoluta en la fidelidad de Dios, no con una fe en nuestras propias habilidades o rectitud.

Nuestros corazones interiormente purificados de una conciencia culpable: Una conciencia culpable es el resultado de haber cometido actos erróneos y pecaminosos. Pero al rociarnos con la sangre de Jesús, tenemos la seguridad de que nuestros actos malignos han sido perdonados y que nuestros corazones están purificados de pecado.

Nuestros cuerpos lavados con agua pura: 1 Juan 5:6 dice que Jesús vino mediante agua y sangre. En Hebreos 10:22, encontramos estos dos elementos: la sangre que purifica (rocía) de una conciencia culpable y el agua que lava nuestros cuerpos. Creo que el agua representa el bautismo cristiano. En el Nuevo Testamento, el bautismo cristiano significa compartir la muerte, sepultura, y resurrección de Jesucristo. Por lo tanto, el "camino nuevo y vivo" mencionado en Hebreos 10:20 es Jesús. Tenemos que identificarnos con todo lo que Él soportó cuando Él murió por nuestros pecados y resucitó.

 

Gracias Señor, porque me puedo acercar a Ti por la sangre de Jesús. Proclamo que vengo con un corazón sincero, con plena certidumbre de fe, un corazón interiormente purificado de una conciencia culpable, y mi cuerpo lavado en agua pura. Me acercaré al Lugar Santísimo. Amén.

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