Hay una palabra poderosa en el idioma español que puede darle una perspectiva completamente nueva de la vida. Se trata de la palabra “esperanza”. Es difícil pensar en algo más triste que el estar desprovisto de esperanza. Sin embargo, millones de personas en nuestro mundo actual — incluso cristianos — se encuentran en esta condición. Las buenas nuevas en la Palabra de Dios son las siguientes: ¡la esperanza triunfa sobre la desesperanza! Es por eso que he escogido este tema de la esperanza para nuestra serie Legado de enseñanza en cinco partes.
Hace muchos años, encontré que necesitaba desesperadamente la esperanza. Estando en esa condición, el Espíritu Santo me llevó directamente a las Escrituras, y allí satisfizo mi necesidad. Si usted se encuentra en esa situación hoy, esta serie es para usted. Puede volver a experimentar la esperanza verdadera. Confío en que estos mensajes lo ayudarán a entender qué tan importante es la esperanza, y ante todo, cómo puede conseguirla.
Tres realidades perdurables
En la primera parte de esta serie, al empezar nuestro estudio, examinamos tres realidades eternas. Mucho de lo que experimentamos en esta vida puede ser pasajero, pero hay tres realidades espirituales que perduran para siempre: la fe, la esperanza y el amor. Pablo se refiere a ellas en 1 Corintios 13:13:
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
También descubrimos ciertas características de cada una de estas virtudes. La fe debe producir obras, es decir, acciones, ya que, sin acciones, la fe sería una fe muerta. La característica fundamental de la fe es que actúa. El amor produce una labor, es decir, un trabajo duro, desinteresado y sacrificado en beneficio de otros. El amor no se limita a usar frases religiosas trilladas; se arremanga y se dedica a trabajar donde el trabajo es el más duro. Cuando pensamos en las características fundamentales de la esperanza, podemos usar tres palabras para expresar lo que es la esperanza: firmeza, resistencia y perseverancia.
La fe produce acciones. El amor produce labor ardua. La esperanza produce firmeza, resistencia y perseverancia.
En realidad, si no tiene la perseverancia que produce la esperanza, es muy posible que pierda los beneficios de las otras dos virtudes, la fe y el amor.
La naturaleza de la esperanza
En nuestro estudio anterior, también consideramos otros dos aspectos de la esperanza. Empezamos por preguntar: ¿Cómo nos llega la esperanza? Pedro nos da la respuesta en 1 Pedro 1:3:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
La esperanza es el resultado directo de haber nacido de nuevo mediante la fe en Jesucristo. Es el nuevo nacimiento el que nos lleva a tener una esperanza viva. No nacemos de nuevo a una teología muerta o a una teoría, sino a una expectativa viva y vibrante basada en la resurrección de Jesucristo. Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, ¡se produjo la victoria
suprema de la esperanza sobre la desesperanza!
En segundo lugar, aprendimos que nuestra esperanza debe tener una meta; debe enfocarse en algo. En 1
Pedro 1:13, leemos:
Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en espíritu, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación] de Jesucristo.
Todos estamos en un proceso —el proceso de la salvación— pero éste todavía no está completo. Será consumado mediante la revelación de Jesucristo. Mientras tanto, Dios nos manda a que fijemos nuestra esperanza completamente en la manifestación de Jesucristo.
En resumen, en el fascículo anterior de nuestro Legado de enseñanza aprendimos que la esperanza es imprescindible, que es viva y vibrante, y que el enfoque de nuestra esperanza es la revelación, es decir la manifestación, de nuestro Señor Jesucristo.
La fe y la esperanza
En este fascículo sobre el tema de la esperanza, examinaremos la relación entre la fe y la esperanza. A través de los años, a medida que he ministrado a muchos miles de cristianos, he visto surgir cierta tendencia. He descubierto a través de mi propia experiencia que muchos creyentes confunden la fe con la esperanza y la esperanza con la fe.
Para introducir este segmento sobre la relación entre la fe y la esperanza, permítame empezar por señalar una diferencia importante: la fe existe en el presente y la esperanza se enfoca en el futuro. Si usted tiene una fe que sólo existe en el futuro, en realidad no tiene fe. Lo que tiene es esperanza. Por ejemplo, cuando las personas me pedían que orara por ellos, la primera pregunta que les hacía era: “¿Cree que Dios puede hacer esto?” Muchas veces contestaban: “Creo que lo hará”. Pero algo en su tono de voz me decía que en realidad estaban esperando que Dios hiciera lo que le estaban pidiendo. Debemos entender que los resultados que Dios promete como resultado de la fe, no surgen como resultado de la esperanza. Cada una de estas virtudes es importante, pero ninguna de las dos puede sustituir la otra.
La sustancia de la fe
Miremos la definición bíblica de la fe (que por cierto, incluye el verbo esperar) en Hebreos 11, versículos 1-3 9 (JBS):
Es pues la fe, la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven. Porque por ésta alcanzaron testimonio los ancianos [es decir, los santos del Antiguo Testamento]. Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía.
Estos versículos contienen muchas afirmaciones importantes. Primero que nada, vemos que la fe es una sustancia. No es sólo una teoría; no se trata simplemente de teología, ni de doctrina. Una persona puede tener todo eso sin tener fe. En realidad, la fe tiene que ser una “sustancia” para nosotros. La palabra griega que se traduce sustancia significa “la base subyacente, la fundación de algo”. El versículo 1 nos dice: “la fe es la sustancia de las cosas que se esperan”. Para ser verdadera, la esperanza tiene que edificarse sobre la fe.
También debemos notar que la fe se basa en algo que no se ve. En realidad, la fe se basa en la Palabra de Dios. Por lo tanto, la fe abraza el hecho de que todo el universo fue creado por la Palabra invisible de Dios. En otras palabras, lo que vemos fue creado de lo que no se puede ver. Nuestra fe se basa en la realidad eterna e invisible de la Palabra de Dios. A su vez, la esperanza se basa en la fe.
Como ya señalé (pero nunca está de más volver a repetirlo, ya que es tan importante), la fe es algo que existe aquí y ahora. La fe es una sustancia, algo que en realidad tenemos ahora mismo. Pero la esperanza, la cual se basa en esa fe, mira al futuro. No confunda la esperanza y la fe, ya que Dios ha prometido que la fe producirá ciertos resultados que no produce la esperanza. Es muy importante entender que la esperanza sólo tiene validez cuando se basa en la fe. A su vez, la fe se basa en la Palabra de Dios. Por lo tanto, en el fondo, tanto la fe como la esperanza se basan en la Palabra de Dios.
La definición de la esperanza
Muchas personas piensan tener esperanza. Aunque usen el término, no lo usan según el significado bíblico de la palabra. Usted y yo sólo tenemos derecho a decir que tenemos esperanza cuando ésta se basa en la certeza real y presente de la fe. Ésa es la esperanza bíblica. Cualquier otro tipo de esperanza no es sino una ilusión. Es posible que ese tipo de esperanza llegue a realizarse, pero no hay ninguna garantía de ello.
La única esperanza cuyo cumplimiento está garantizado es la que se basa en la fe verdadera. Le recuerdo una vez más que la fe existe en el presente. La fe es una sustancia. La fe existe en el aquí y el ahora. La fe se basa en la realidad invisible de la Palabra de Dios. A su vez, la esperanza se basa en aquella fe. Dios garantiza que la esperanza que se basa en la fe verdadera será realizada, pero cualquier otro tipo de esperanza no es sino una ilusión.
Permítame añadir una definición personal de la esperanza. Como lo entiendo yo, la esperanza según se usa en la Biblia, es una expectativa serena y confiada de algo bueno. Permítame volverlo a decir: La esperanza es una expectativa serena y confiada de algo bueno. La esperanza es tanto serena como confiada.
Buscando la esperanza
Hay un aspecto de la esperanza que ya he mencionado, pero es tan importante que me gustaría estudiarlo un poco más a fondo. Permítame resumir este aspecto de la esperanza: El enfoque supremo de toda esperanza verdadera es la gloriosa venida de Jesucristo. Pablo declara esta verdad en Tito 2:11-13:
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres, y nos enseña que debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en esta época de manera sobria, justa y piadosa, mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo…
Pudiéramos decir que ese último versículo, el versículo 13, es la culminación de todo el pasaje, ya que explica los versículos anteriores. ¿Qué dice? mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. . . Debemos aguardar aquella esperanza bendita de todo cristiano, la cual se extiende a través del tiempo hasta la eternidad. ¿Qué es aquella bendita esperanza? Es la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Jesucristo. (Fíjese que Pablo se refiere a Jesús como “nuestro gran Dios”.)
¿Cómo afecta nuestra vida aguardar por la bendita esperanza de la venida de Jesús? Para contestar esa pregunta, volvamos a mirar las palabras con las que empezó Pablo el versículo 11: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres, y nos enseña… ”
Fíjese que la gracia nos enseña; la gracia tiene esa autoridad en nuestra vida. ¿Qué nos enseña que hagamos? “Debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en esta época de manera sobria, justa y piadosa”. ¿Por qué vivimos de esta manera? Porque estamos esperando que llegue una nueva era; estamos esperando la venida del Señor Jesucristo. Queremos estar listos cuando Él venga, y no queremos avergonzarnos en su presencia.
Aquí vemos que la esperanza de la venida de Jesús nos motiva a vivir piadosamente. Es la más importante fuente de motivación en el Nuevo Testamento. En su primera epístola, el apóstol Juan dice: “Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El (Jesucristo) es puro” (1 Juan 3:3). Ese tipo de esperanza nos lleva a purificarnos a nosotros mismos. Si es una esperanza verdadera, basada en la sustancia de la fe verdadera, afectará la manera en que vivimos.
El tiempo y la eternidad
Por lo tanto, podemos ver que habrá pruebas definitivas en la vida de cada persona que verdaderamente tiene esta esperanza. Una persona así se estará purificando, negando la impiedad y los deseos mundanos. Estará viviendo sobria, justa y piadosamente en este mundo. Este comportamiento es el primer resultado de la esperanza que está enfocada en la manifestación de la gloria de Jesucristo.
El segundo resultado está relacionado con el primero: el tener esta esperanza nos libera de la esclavitud del tiempo. Ya no somos esclavos de unos cuantos años de vida. Estamos esperando la eternidad. Los desastres y las dificultades que surgen al vivir en el marco del tiempo no nos causan la angustia que les causan a las demás personas que no tienen otro lugar en que fijar la mirada. Ellos están restringidos; están aprisionados a los pocos años que Dios les da en esta vida.
Para los que tenemos esta gloriosa esperanza, estos poquitos años de vida no son sino un período de preparación para la eternidad. El tener esta esperanza en la manifestación de Jesucristo influirá grandemente en la manera en que vivimos. De hecho, cuando miramos las personas que dicen tener esta esperanza, debemos ver estas mismas pruebas en la manera en
que viven.
Esperanza para usted
¿Y usted? Si alguien le preguntara si tiene este tipo de esperanza, ¿qué diría? ¿Su vida da a entender que la tiene o que no la tiene? ¿Se siente usted restringido por el tiempo, o está usted mirando más allá del tiempo a la eternidad?
Tal vez no esté seguro de cómo responder a estas preguntas, pero sabe que desea llegar a tener esta clase de esperanza bendita. Usted sabe que desea tener el gozo y la libertad que esta esperanza le puede traer. Si eso es lo que verdaderamente desea, concluyamos esta sección al hacer la siguiente oración juntos, pidiéndole al Señor que nos haga llegar la esperanza.
Señor, no estoy seguro de tener el tipo de esperanza acerca de la cual he leído en esta enseñanza. Necesito tu ayuda para recibir la esperanza genuina para que pueda estar motivado a enfocarme en ti, llevar una vida recta y ser libre de la esclavitud del tiempo. Ahora mismo pongo mi fe en tu Palabra, Señor. Te pido que me permitas recibir la esperanza, y te doy gracias de antemano por contestar mi oración. En el nombre de Jesús, amén.
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