Septiembre 14, Cuidando a los abandonados

 

Como un padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión de mí.

 

He escrito un pequeño libro titulado Los huérfanos, las viudas, el pobre y el oprimido. Este libro me maravilla. Como les comenté ayer, incluso después de haber estado predicando por más de 50 años, y cuando pensaba que estaría predicando por el resto de mi vida, Dios me dio un nuevo tipo de compasión que nunca esperé recibir. Mi versión del Salmo 84:6 es, "Pasando por el valle de Baca (de lágrimas), [Dios] lo convierten en manantial (o una fuente)".

Yo he pasado por el valle de lágrimas, y Dios ha abierto esa fuente en mí. Esto es algo soberano que solo Dios podría hacer. Eso es compasión. Mi corazón está colmado de amor profundo, casi apasionadamente–por las personas que nuestra sociedad descuida y pisotea: los huérfanos, las viudas, los pobres y los oprimidos. Estoy sorprendido de cuanto la Biblia tiene que decir sobre nuestra responsabilidad de cuidar de ellos. Lo encontramos de tapa a tapa en la Biblia, es un tema importante sobre la justicia de Dios-ya sea en el tiempo de los Patriarcas, bajo la Ley de Moisés, en los tiempos de los Profetas o en el Nuevo Testamento.

Hablando en general, nosotros, como cristianos, hemos errado completamente en un área vital de nuestra profesión de fe, que es la de cuidar a quienes nadie cuida.

 

Gracias Señor, porque tienes tanto amor. Proclamo la verdad del Salmo 84:6:  Pasando por el valle de Baca (de lágrimas), [Dios] lo convierte en manantial, o en una fuente". Proclamo que caminaré en esta área vital de profesión de fe, cuidando a quienes nadie cuida. Como un padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión de mí. Amén.

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