Septiembre 10, Libres para amar

 

Como un padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión de mí.

Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. (Santiago 1:25)

Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a tí mismo, bien hacéis. (Santiago 2:8)

 

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo" es la ley que se la conoce dos maneras: la "ley perfecta de la libertad" y la "ley real". Es la ley perfecta porque abarca toda otra ley. Cuando usted ama realmente a su prójimo, fervientemente y con un corazón puro, no puede hacer otra cosa más que cumplir los demás mandamientos. Manteniendo sólo esa ley, usted está obedeciendo todas las leyes. Además, es la ley real o ley del reino.

Es la ley perfecta de la libertad o liberación, porque nadie le puede impedir que ame. Una vez que ha decidido amar, la gente puede decir todo tipo de cosas viles de usted y tratarlo miserablemente, pero no pueden impedir que usted ame. La única persona que es libre totalmente es la persona que ama.

Jesús fue el ejemplo perfecto de la libertad de amar. Las autoridades oficiales le hicieron muchas cosas: le golpearon, le traspasaron Sus manos y Sus pies, colocaron una corona de espinas sobre Su cabeza, le dieron vinagre para beber, abusaron de Él, y lo injuriaron. Pero la única cosa que no pudieron hacer fue impedir que Él ame. Él los amó hasta el final. (Vea Lucas 23:34).

Si usted ama con esa clase de amor, nadie puede impedir que usted haga exactamente lo que quiere hacer, amar. Esa es la razón por la cual al amor se le llama la "ley perfecta de la libertad".

 

Gracias Señor, porque tienes tanto amor. Proclamo que he decidido amar en obediencia a la ley perfecta de la libertad de Dios. Como un padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión de mí. Amén.

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