Octubre 27, El fruto de nuestras palabras
Mantengamos firme nuestra confesión.
Toda la Biblia nos muestra que nuestras palabras determinan nuestros destinos. Como leemos en Proverbios 18:21, "La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos". Si hacemos una confesión equivocada, la lengua traerá muerte a nuestra vida, o si confesamos lo correcto esta producirá vida. Sea lo que fuere que confesemos con nuestra lengua, vamos a comer el fruto de nuestra confesión. Esa verdad fue repetida por las palabras de Jesús cuando dijo, "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:36-37).
Los creyentes a menudo dicen cosas vanas que no honran a Dios, y luego se excusan diciendo, "Realmente no lo dije en serio". Pero Jesús dijo, "Toda palabra ociosa". No es una excusa para usted decir: “realmente no fue en serio”. Debemos mantener firme nuestra confesión.
En última instancia, hay sólo dos alternativas en nuestra relación con Cristo y con las Escrituras: confesar o negar. Jesús dijo nuevamente,
A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos, y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 10:32-33)
Esas son las dos alternativas que se nos fueron dada. No hay una tercera alternativa. A largo plazo, no hay neutralidad con las cosas espirituales. Jesús dijo, "El que no es conmigo, contra mí es" (Mateo 12:30). Sea que hagamos la confesión correcta para salvación, o hacer la confesión incorrecta, que no producirá salvación.
Gracias Jesús, porque Tú eres el Sumo Sacerdote de nuestra confesión. Proclamo que confesaré delante de los hombres que Jesús es mi Señor, y Él me confesará ante nuestro Padre, que está en el cielo. Mantendré firme mi confesión. Amén.
