Octubre 20, Cultivando la diligencia

 

Seamos diligentes.

 

La diligencia es un fruto que tiene que ser cultivado. Aquí hay algunas indicaciones breves sobre cómo debería ser cultivado.

En 2 Timoteo 2:6, Pablo dijo, "El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos". Aquí, Pablo estaba exponiendo un hecho básico y simple: cultivar los frutos requiere que se trabaje arduamente. No se obtiene sin esfuerzo. Ese mismo principio es igualmente cierto para el fruto del Espíritu, cultivarlo requiere que se trabaje arduamente. Quiero sugerir dos maneras en las que podemos cultivar fruto espiritual en nuestra vida.

Primero, tenemos que estudiar la Palabra de Dios, porque es la base de toda provisión de Dios para nosotros. Si no conocemos Su Palabra, inevitablemente pasaremos por alto muchas de Sus provisiones. De nuevo, Pablo escribió a Timoteo, " Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad." (2 Timoteo 2:15). Tenemos que ser obreros para usar, o manejar con precisión la palabra de verdad, las Escrituras, la Palabra de Dios. En cierto sentido, tenemos que arremangarnos la camisa y ponernos a trabajar.

La segunda indicación que debemos cumplir es pasar tiempo en oración. Al hablar de oración, no me refiero simplemente a hablar con Dios, sino escuchar, algo que es tan importante, o más, como hablar con Él. Aquí, nuevamente, Jesús nos proveyó el modelo perfecto. Todo el ministerio terrenal de Jesús fue basado en Su relación con Su Padre. Jesús tomó mucho tiempo de oración para cultivar y mantener esa relación. Con mucha frecuencia, lo hacía temprano por la mañana. Fue allí donde escuchó la voz del Padre y recibió dirección para Su ministerio.

 

Gracias Señor, por la promesa de entrar en Tu reposo. Proclamo que cultivaré la diligencia en mi vida a través del estudio de la Palabra de Dios y de pasar tiempo en oración. Seré diligente. Amén.

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