Octubre 18, Añadir diligencia

 

Seamos diligentes.

 

Dos hermosos versículos en Proverbios han sido durante mucho tiempo una luz que me ha guiado. Juntos, resumen las condiciones para las riquezas verdaderas, o riquezas perdurables. Una condición, la cumple el Señor; la otra, la cumplimos nosotros. Ambas condiciones deben cumplirse para que nosotros obtengamos el resultado. La condición que cumple el Señor está declarada en Proverbios 10:22: "La bendición del Señor es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella".

La bendición del Señor es la gran e importante condición para las riquezas verdaderas, sea espiritual y de otra índole. No podemos contar con nada realmente bueno fuera de la bendición del Señor. Además, la bendición del Señor, en sí misma, no es suficiente. En Proverbios 10:4, leemos, "La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece". Se necesita de la bendición del Señor más nuestra propia diligencia para alcanzar la riqueza verdadera. No es suficiente con simplemente esperar la bendición del Señor, o incluso recibir la bendición del Señor. Esta no cumplirá el propósito en su vida a menos que usted le añada su propia diligencia. Recuerde, ser diligente es lo opuesto de la pereza.

Ése es un versículo que lo he comprobado verdaderamente en mi propia experiencia durante décadas de vida cristiana. He estado en muchas situaciones diferentes, en varias formas diferentes de ministerios, y en muchas tierras y continentes diferentes, y creo que puedo decir que, por la gracia de Dios, siempre he demostrado ser diligente en cosas pequeñas y grandes. En toda situación en la que he estado involucrado, la he dejado en mejores condiciones de las que estaba cuando la encontré, sea espiritual, financiera, y en todas las formas evidentes. La bendición del Señor es la que prospera, pero también la mano del diligente enriquece. Ponga esas dos cosas juntas y usted tendrá verdaderas riquezas espirituales.

 

Gracias Señor, por la promesa de entrar en Tu reposo. Proclamo que "la bendición del Señor prospera", y "la mano del diligente enriquece". Seré diligente. Amén.

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