Octubre 16, Creciendo y progresando

 

Seamos diligentes.

 

Continuando con el tema sobre ser diligente, consideremos lo que el escritor de Hebreos dijo un poco más adelante: "Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud [diligencia] hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, a fin de que no seáis perezosos, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas." (Hebreos 6:11-12). No solo necesitamos ser diligentes, sino que también necesitamos ser diligentes hasta el final. Lo opuesto a ser diligente es expresado en palabras simples: "hacerse perezosos". No físicamente perezosos, sino espiritualmente perezosos.

Por esta misma razón, poniendo toda diligencia, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 Pedro 1:5-7)

La vida cristiana no es estática. Es una vida donde se añade, se crece, y se progresa. Estar estático en la vida cristiana es retroceder. Hacer esa adición, descripta en el pasaje anterior, requiere ser diligente. Requiere hacer todo el esfuerzo necesario. Pedro luego continuó con un “si”:

Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesús Cristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta (miope); es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. (Versículos 8-9)

¿Creería que es posible para alguien ser limpio de sus pecados del pasado y luego olvidarse de ellos como si nunca hubiese ocurrido? Parece que no es real, pero las Escrituras indican que es posible.

 

Gracias Señor, por la promesa de entrar en Tu reposo. Proclamo mi necesidad de imitar a aquellos quienes a través de la fe y la paciencia heredan lo que fue prometido. Seré diligente. Amén.

Share this post