Octubre 10, Escogiendo la adoración y el reposo
Esforcémonos por entrar en el reposo en Cristo, para que nadie caiga.
En el Salmo 95:7, tenemos dos razones por las cuales deberíamos adorar al Señor: "Porque Él es nuestro Dios; nosotros somos el pueblo de Su prado, y ovejas de Su mano". La primera razón para adorar a Dios es porque Él es Dios, nuestro Dios, el único ser en el universo digno de adoración. Podemos enaltecer a otros hombres y mujeres, pero no debemos adorarlos. La adoración es la manera más única que tenemos para relacionarnos a Dios como Dios.
Estoy convencido que cualquiera cosa que adoremos toma el control de nosotros. Mientras más lo adoramos, seremos más similar a eso, y toma más poder sobre nosotros. Si no adoramos a Dios, ¿cómo Él puede ser realmente nuestro Dios?
La segunda razón por la que deberíamos adorarlo es porque somos "el pueblo de Su prado". La adoración es la manera por la cual lo reconocemos como nuestro Dios, y es la respuesta apropiada a Su cuidado por nosotros. Este Salmo termina con una advertencia solemne:
Si oyeres hoy Su voz, no endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,...Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: " Pueblo es que divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos ". Por tanto, juré en mi furor que "No entrarían en Mi reposo". (Versículo 7-8, 10-11).
Este pasaje pone ante nosotros dos opciones: entrar en una adoración verdadera o rehusarnos a hacerlo. En la adoración, oímos la voz de Dios. Al escuchar y obedecer Su voz, entramos en reposo. La conclusión inevitable es la importancia de escuchar la voz de Dios. Como dice en Jeremías 7:23, "Mas esto les mandé, diciendo: Obedeced Mi voz, y seré a vosotros por Dios". Esta es una de las declaraciones más simples de lo que Dios requiere: "Obedeced Mi voz, y seré a vosotros por Dios".
Gracias Señor, por la promesa de entrar en Tu descanso. Proclamo que escojo entrar en la verdadera adoración, escuchar y obedecer Tu voz, y entrar en tu reposo. Me esforzaré por entrar en el reposo en Cristo, para que nadie caiga. Amén.