Noviembre 21, Un reino inmutable

 

Mantengamos firme nuestra profesión sin vacilar. 

 

Hay una desconexión entre la fe y la que vemos. El hombre natural anda según lo que ve, confiando en sus sentidos y creyendo sólo lo que ellos le dicen. Pero en la vida cristiana espiritual no deberíamos confiar en nuestros sentidos. En 2nda de Corintios 5:7 leemos que, "Andamos por fe, no por vista". Caminamos no por nuestros sentidos, sino por fe. La fe nos relaciona a un reino invisible y eterno que nunca cambia. El mundo de los sentidos es siempre cambiante, es temporal, inestable, transitorio, e inseguro. A través de la fe, nos relacionamos con un mundo diferente, un mundo de realidades y verdades eternas. Mientras que por fe nos relacionamos con ese mundo, mantenemos firme nuestra confesión sin vacilar.

Nuestra respuesta a las presiones que Dios permite en nuestras vidas determina si confiamos en nuestros sentidos o nuestra fe. Si cambiamos nuestra confesión por cuestiones de la oscuridad, entonces estaremos siendo guiados por nuestros sentidos, porque en la fe no hay oscuridad. La fe no depende de los sentidos; ve con un ojo interno y espiritual del reino que no cambia y que confía en un Sumo Sacerdote que es inmutable. Aquí está lo que dijo Santiago sobre este tema:

Pero que pida (el creyente) con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace. (Santiago 1:6-8, NVI)

Este pasaje describe al hombre que vacila. Comenzó listo para pedir, creyendo, y sin dudar, pero no se mantuvo firme, sin vacilar. Como resultado, él es sacudido de un lado a otro, agitados por los vientos y las olas. El remedio es mantener firme nuestra profesión sin vacilar.

 

Gracias Señor, porque Tú eres fiel, Tú me das esperanzas. Proclamo que ando no por mis sentidos, sino por fe. Mantendré firme mi confesión sin vacilar. Amén.

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