Noviembre 17, Vida en la sangre

 

Acerquémonos al Lugar Santísimo.

 

El libro de Levítico del Antiguo Testamento contiene los mandamientos para el sacerdocio Aarónico de Israel. El Señor dijo, "Porque la vida de la carne en la sangre está. Y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar, por vuestras almas, y la misma sangre hará expiación de la persona " (Levítico 17:11). 

Esa es una tremenda declaración profética que en Jesús fue cumplida catorce siglos después. La palabra que es traducida como vida es la palabra hebrea para alma (nephesh). No es sólo la vida de un ser humano que está en la sangre, sino también el alma. Todos sabemos que cuando la sangre deja de circular, la vida se ha ido. En cierto sentido, la vida depende de la sangre. 

En el capítulo anterior de Levítico, encontramos los mandamientos para el Día de la Expiación, donde Moisés le dijo a su hermano Aaron, quien era el sumo sacerdote, que él solo podría entrar una vez cada año al Lugar Santísimo, a la presencia misma de Dios. Tenía que entrar llevando en una mano un incensario lleno de carbones encendidos con incienso sobre ellos, el cual generaría una nube de humo fragante; en la otra mano tenía que llevar la sangre de la ofrenda por el pecado que había sido sacrificado frente al tabernáculo. Si él no tenía ambos, el aroma fragante del incienso y la sangre del animal sacrificado, la consecuencia a esto sería la muerte. No había acceso a la presencia de Dios sin esas dos cosas.

El incensario, con su incienso fragante, es una manera hermosa que simboliza la adoración. Sin la adoración nunca entramos a la misma presencia de Dios. Sin embargo, tampoco entramos sin la sangre, lo que habla de la expiación por nuestros pecados. Estas imágenes en el Antiguo Testamento eran de tipo profético, fue un anticipo de lo que en verdad se estaría cumpliendo en el Nuevo Testamento.

 

Gracias Señor, porque me puedo acercar a Ti por la sangre de Jesús. Proclamo que entro en la misma presencia de Dios con adoración y por la sangre de la expiación. Me acercaré al Lugar Santísimo. Amén. 

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