Noviembre 10, Renunciando a la voluntad propia

 

Avancemos hacia la madurez.

 

La función distintiva de un sacerdote del Antiguo Testamento era ofrecer sacrificio. Por lo tanto, como sacerdote, Jesús tuvo que ofrecer un sacrificio específico. Dado que Él no era Levita, Él no podía ofrecer los sacrificios de la ley, por lo que Él ofreció Su propio sacrificio sacerdotal, que fue la oración.  

Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte (Dios el Padre), y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer. (Hebreos 5:7-8)

La reverente obediencia de Jesús causó que el Padre oyera Sus oraciones. Él aprendió la obediencia a través del sufrimiento. Así como Jesús tuvo que aprender a obedecer, de la misma manera nosotros tenemos que aprender sobre la obediencia. Descubrimos lo que es la obediencia cuando obedecemos. No descubrimos escuchando sermones acerca de la obediencia. Esos pueden ayudarnos, pero al obedecer, la obediencia tiene que ser practicada paso a paso. La obediencia trae sufrimiento porque ésta demanda que se renuncie a la voluntad propia. La frase clave en la obediencia de Jesús fue, "No se cumpla Mi voluntad, sino la Tuya" (Lucas 22:42). En la vida cristiana, cada paso de obediencia que se da significa que hubo un renunciamiento. Jesús dijo, "Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo" (Mateo 16:24). Eso es doloroso para el viejo ego porque no le gusta que se le niegue nada. El ego dice, "Yo quiero", "Yo soy importante", "Esto me conviene", "Me siento bien", "Yo no quiero", y cosas así. Seguir al Señor requiere una negación continua a ese ego.

En el pasaje anterior de Hebreos, Dios nos estaba hablando sobre como sus hijos pueden llegar a la madurez a través de la obediencia. Jesús es el modelo. Dios lo llevó a la madurez a través de la obediencia. Esta es la senda para usted y para mí también. Este es el camino nuevo y vivo.

 

Gracias Señor, porque Tú me estás guiando hacia adelante. Proclamo que seguir al Señor requiere una continua renuncia a mi ego, y elijo seguir el modelo de Jesús para satisfacer este requerimiento. Avanzaré hacia la madurez. Amén.

Share this post