Noviembre 09, Haciendo la voluntad del Padre
Avancemos hacia la madurez.
En Efesios 1:5, Pablo escribió de todos los creyentes a quienes Dios " predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad". El continuó describiendo el propósito de Dios para Sus hijos en Romanos 8:29: "Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él (Jesús) sea el primogénito entre muchos hermanos". Por lo tanto, Jesús es el Hijo modelo, a cuya madurez todos nosotros debemos ser conformados. Él mismo es la nueva y viva manera por quien llegamos a la perfección, entramos al lugar Santísimo, y nos acercamos a Dios. (Vea Hebreos 6:1; 10:19-22). El camino que llevó a Jesús a la perfección es el mismo camino que cada uno de nosotros debemos seguir.
El sendero a la madurez no fue más fácil para Jesús como lo es para nosotros. Él "ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado" (Hebreos 4:15). En Su naturaleza humana, Jesús experimentó toda forma de tentación que nosotros experimentamos, y sin embargo Él nunca pecó. ¡No es pecado ser tentado! El pecado solo viene cuando nos rendimos a la tentación.
A pesar de Su verdadera naturaleza humana ¿Qué le permitió que Jesús vencer toda tentación? Su éxito está en Su corazón firme e inmutable motivación de hacer la voluntad del Padre. Este hecho fue profetizado por David en el Salmo 40:7-8: "Por eso dije: «Aquí me tienes—como el libro dice de mí. Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí»".
Durante Su ministerio terrenal, Jesús reveló repetidamente este motivo básico de todo lo que Él hizo. Él nunca podía conocer la satisfacción final hasta que hubiese terminado cada tarea que Su Padre le había asignado. Cerca del pozo de Jacob, Él le dijo a Sus discípulos, "Mi alimento (aquello que me sostiene y me fortalece) es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra" (Juan 4:34). (Vea también Juan 5:30; 6:38).
Gracias Señor, porque Tú me estás guiando hacia adelante. Proclamo que sigo a Jesús para llegar a la madurez, haciendo la voluntad de Dios y completando Su trabajo. Avanzaré hacia la madurez. Amén.
