Noviembre 06, Avanzando hacia la madurez
Por lo tanto…avancemos hacia la madurez.
El pueblo hebreo del Nuevo Testamento había fallado en vivir conforme a lo que se requería de ellos, así que en particular esta frase "por lo tanto" es muy apropiada. Habían confiado en sus privilegios especiales y descansaron en estos [privilegios]. Francamente, se habían vuelto perezosos; simplemente dieron las cosas por sentadas.
Sobre este tema tenemos mucho que decir, aunque es difícil explicarlo, porque ustedes son lentos para aprender. En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los maduros, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual. (Hebreos 5:11-14, NVI)
Lo que aquí el escritor estaba diciendo directamente, es que los hebreos eran solo infantes espirituales. Ellos ya no deberían ser infantes a esta altura de su vida cristiana. Habían tenido tantas oportunidades a lo largo de muchos años que, para ese entonces, ellos ya deberían haber avanzado hacia la madurez. El escritor de hebreos también explicó la única manera de avanzar hacia la madurez. Debemos entrenarnos para distinguir entre lo bueno y lo malo. Avanzar hacia la madurez en la senda de justicia viene con la experiencia al entrenarnos constantemente. No sucede automáticamente; requiere disciplina. Es por esa razón que uno de los pasos anteriores fue como "ser diligentes". Debemos entrenarnos a nosotros mismos a distinguir lo bueno de lo malo.
Muchas veces, incluso grandes congregaciones cristianas son incapaces de distinguir lo que es espiritual y bíblico de lo que es sólo una presentación carnal que parece ser del espíritu. El único remedio es entrenarnos a través de un caminar continuo y de una práctica minuciosa.
Gracias Señor, porque Tú me estás guiando hacia adelante. Proclamo que no confío en privilegios especiales o me apoyo en ellos, sino que me estoy entrenando para avanzar hacia la madurez. Avanzaré hacia la madurez. Amén.
