Noviembre 04, Por Su justicia

 

Acerquémonos con confianza al trono de la gracia.

 

Es importante recordar que no es nuestra justicia ni tampoco nuestra fidelidad lo que establece el fundamento para acercarnos al trono de Dios con confianza. Más bien, es la justicia de Dios y la fidelidad de Dios. La primera epístola de Juan expresa este pensamiento: "Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él" (1 Juan 3:21-22). 

Cualquier actitud que nos haga pensar que tenemos alguna clase de justicia en nosotros para acercarnos a Dios, esto hará que nos acerquemos a Él con una falta de confianza total porque en última instancia no tenemos nada en nosotros mismos. No hay justicia en nosotros. Nuestra confianza no puede ser basada en nosotros. 

También debemos llegar a tal punto donde no permitimos que nuestros corazones nos condenen, donde no estamos confiando en nuestra propia justicia o nuestra propia sabiduría sino en la fidelidad de Dios. Y eso produce confianza. Pablo dijo, "Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús" (Romanos 8:1). En lo que resta de ese capítulo, Pablo nos pintó la imagen más gloriosa de una vida que está llena y controlada por el Espíritu Santo, enumerando todas las bendiciones, privilegios y beneficios de esa vida. Sin embargo, el inicio a ese capítulo, y a esa clase de vida, se nos presenta arriba en ese primer versículo. Debemos dejar de lado toda condenación.  

Un requerimiento para acercarnos a Dios correctamente es venir en el nombre de Jesús. Cuando venimos en el nombre de Jesús, tenemos la seguridad de que, gracias a Él, nuestras oraciones son escuchadas. Nos quita nuestra atención de nuestras propias vidas y obras. Cuando venimos en el nombre de Jesús, creemos que nuestros pecados han sido perdonados y que somos aceptados por Dios como Sus hijos. Esto agrada a Dios. Esta es la manera que Él quiere que vengamos.

 

Gracias Señor, porque puedo venir a Ti confiadamente. Vengo al trono de Dios en el nombre de Jesús, creyendo que mis pecados han sido perdonados y que soy aceptado por Dios como Su hijo. Me acercaré al trono de la gracia. Amén.

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