Mayo 08, Su abundancia
Jesús soportó nuestra pobreza para que compartamos Su abundancia.
Muchos pasajes de las Escrituras apoyan el hecho de que Jesús llevó la maldición de la pobreza. Vamos a mirar dos en particular, comenzando con 2 Corintios 8:9: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos". Yo acostumbraba a citar la última parte de ese versículo para ¡"que fueseis enriquecidos"! Pero el Espíritu Santo me mostró lo que significa "para…que fueseis enriquecidos ". Podemos hacernos ricos y luego nuevamente volvernos pobres, pero "ser" rico tiene un sentido de permanencia. Jesús tomó lo malo, la pobreza, para que tengamos lo bueno, sus riquezas. Jesús tomó nuestra pobreza para que tengamos su riqueza.
Algunas personas sugieren que Jesús fue pobre a lo largo de Su ministerio terrenal, pero no puedo aceptar y decir que esta idea es correcta. Necesitamos pensar en la distinción entre las riquezas y la abundancia. Jesús no fue rico en el sentido de tener una gran cantidad de dinero en el banco o muchos bienes materiales, pero Él ciertamente tuvo abundancia. Cualquier hombre que pueda proveer alimento para una multitud de cinco mil hombres (junto con mujeres y niños) ¡no es pobre! En realidad, leemos en Mateo 14:15-21, que Jesús recogió lo que sobró de los panes y los peces, después de alimentar a unas doce mil personas que tenía cuando comenzó. ¡Qué imagen más hermosa de la abundancia!
Aún más, Jesús transmitió su abundancia a sus discípulos. Cuando los mandó a propagar el mensaje del evangelio, Él les dijo que no lleven nada extra con ellos. Sin embargo, su testimonio después fue que nunca les faltó nada. (vea Lucas 22:35). ¡Eso no es pobreza!
Jesús nunca estuvo preocupado o perplejo. Él estaba calmo y completamente en control de cada situación. Él nunca dudó de la bondad de Su Padre quien le proveería todo lo que necesitara. Y el Padre nunca le falló.
Gracias Jesús por tu obra en la cruz. Proclamo que tu llevaste la maldición de pobreza por mí para que yo pueda tener tu riqueza porque Jesús soportó mi pobreza para que yo comparta su abundancia. Amén.