Marzo 25, Sanidad para el cuerpo
Mi cuerpo es para el Señor, y el Señor es para mí cuerpo.
La Escritura dice que Jesús "Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados" (1 Pedro 2:24).
En la cruz, Jesús tomó nuestros pecados en Su propio cuerpo, que se transformó en la ofrenda de pecado. Él tomó en Su cuerpo en la cruz la maldición que merecíamos sobre sí mismo para que seamos liberados de pecado. La Escritura también dice, "Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Mateo 8:17) en Su propio cuerpo para que por sus heridas seamos sanados. (Vea 1 Pedro 2:24 LBLA). En lo que a Dios concierne, nuestra liberación del pecado ya fue lograda. En lo que a Dios concierne, ya está hecho.
Es interesante notar que el Nuevo Testamento no describe a la sanidad como algo en el futuro, sino que ya está en el pasado. Hemos sido sanados por la muerte de Jesús, "por cuya herida fuisteis sanados" (énfasis añadido). La sanidad ya ha sido provista. Los cristianos a veces me preguntan, "¿Cómo puedo saber si es la voluntad de Dios que yo sea sanado?". Generalmente respondo, "Si usted es un cristiano comprometido, redimido por la sangre de Jesús, creo que está haciendo la pregunta equivocada. La pregunta no es, “¿Cómo puedo saber si es la voluntad de Dios que yo sea sanado?”. La pregunta sería, “¿Cómo me puedo apropiar de la sanidad que Dios ya ha provisto para mí?". El propósito de Dios es salvar todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, como Pablo dijo, "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo (los haga completamente santos); y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tesalonicenses 5:23).
Gracias Señor por tú provisión para mi cuerpo. Proclamo que, por la muerte de Jesús en la cruz, fui perdonado y sanado y el propósito de Dios es preservar todo mi ser, espíritu, alma, y cuerpo. Mi cuerpo es para el Señor, y el Señor es para mí cuerpo. Amén.