Librado del temor
Salmo 34:4–5
Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados.
Este es el testimonio fruto de la experiencia personal. No es teoría, ni teología, ni un simple credo. Es el testimonio de un hombre que estaba en una situación extremadamente difícil y peligrosa. Acudió al Señor, lo buscó en oración, y su testimonio es: “El Señor me oyó y me libró de todos mis temores”.
¿El temor le oprime? Creo que en nuestra cultura contemporánea la mayoría de las personas sufren de alguna clase de temor que los carcome y les roba la paz. ¿Por qué no probar el remedio de David? ¿Por qué no buscar al Señor, orar a Él y pedirle que lo libre de todos sus temores?
David dice después: “Los que miraron a Él [al Señor] fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados”. Esto encierra un principio muy profundo: Sea que miremos a la luz o a la oscuridad, en nosotros se reflejará lo que estamos mirando. Si miramos la oscuridad seremos sombríos y lóbregos, pero si miramos arriba al Señor, que es la luz, nuestros rostros resplandecerán con su luz. Y las Escrituras dicen: “Nunca seremos avergonzados, nunca seremos decepcionados, el Señor no nos defraudará”.
¿Por qué no lo intenta? ¿Por qué no busca al Señor, le pide que lo libre y lo mira a Él para que sea alumbrado su rostro?
