Junio 11, Verdadera identidad

 

Soy un hijo de Dios.

 

La razón por la que Jesucristo vino a la tierra fue, y es acercarnos a Dios. Si no alcanzamos esta revelación de Dios, hemos perdido el propósito total y final del resultado de la redención. Al llegar a la totalidad de esta revelación y a esa relación directa con Dios como Padre, nos proporciona ciertos factores que evidentemente, están ausentes en la experiencia emocional de muchas personas en nuestra cultura. Las tres cosas que surgen de esta revelación y relación son: identidad, autoestima, y seguridad.

La identidad es un verdadero problema para la gente moderna. Una evidencia interesante a este problema fue el éxito del libro y la miniserie televisiva Raíces. La esencia de esa historia fue la de un hombre buscando sus raíces, u origen, para tener un sentido más fuerte de identidad. Toda la humanidad está ocupada con la misma búsqueda. Mujeres y hombres quieren saber de dónde vienen, quienes fueron sus antepasados, como comenzó, y quienes son. Las Escrituras y la psicología están de acuerdo que en realidad, una persona no responde a la pregunta, "¿Quién soy?" si no conoce quien es su padre.

Hoy, las relaciones humanas entre padres e hijos están cada vez más rotas y fragmentadas, y han producido una crisis de identidad generalizada. La respuesta del cristianismo a esa crisis de identidad es llevar a los hombres y mujeres a una relación directa, y personal con Dios el Padre a través de Jesucristo, el Hijo. Las personas que conocen realmente a Dios como Padre ya no tienen un problema de identidad. Saben quiénes son, son hijos de Dios. Su Padre creó el universo, su Padre los ama, y su Padre cuida de ellos. 

 

Gracias Jesús porque tú me has redimido. Proclamo que, por mi relación con Dios el Padre, a través de Jesús, yo se quién soy. Proclamo que soy un hijo de Dios. Amén.

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