Estad quietos, y conoced

 

Salmo 46:6, 9–10

Bramaron las naciones, titubearon los reinos; dio él [Dios] su voz, se derritió la tierra… hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones, enaltecido seré en la tierra.

Esta es una escena de gran tumulto: Las naciones braman, los reinos titubean. Cuán cierto es esto hoy, pero en medio de todo, la voz de Dios se levanta. Dios habla, interviene, hace oír su voz, y la tierra se derrite. Él actúa contra las fuerzas del mal y de iniquidad.

Y luego dirige una palabra a su pueblo que está en medio de toda esa confusión, alboroto y caos. Esto dice Él: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones, enaltecido seré en la tierra”. Nuestra situación actual no dista mucho de la descrita en el salmo. Las naciones braman, los reinos titubean, la guerra amenaza por doquier, pero en medio de esto Dios habla a su pueblo y dice: “Estad quietos, callad, no os alteréis, no perdáis la paz, no os pongáis ansiosos. Estad quietos y conoced que yo soy Dios. Todavía tengo el control de todo. Mis propósitos van a llevarse a cabo. Voy a ser exaltado entre todas las naciones. Voy a ser enaltecido en la tierra”.

Permítame darle un consejo hoy: Esté quieto y oiga la voz de Dios.

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