El Señor restaura a los abatidos

 

Salmo 147:2–3

El Señor reconstruye a Jerusalén y reúne a los exiliados de Israel; restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas.

 

Aunque estas son bellas palabras, lo emocionante acerca de ellas es que se están cumpliendo en esta generación, en nuestra vida. He visto la realización de estas palabras. Tuve el privilegio de vivir en la zona judía de Jerusalén en Mayo de 1948, cuando renació el estado de Israel después de dos mil años.

El Señor está reconstruyendo hoy a Jerusalén. Está reuniendo a los exiliados de Israel. Está restaurando a los abatidos y cubriendo sus heridas. Estas son buenas noticias para todos aquellos que se vuelven a Dios. Son buenas noticias para el pueblo de Dios, Israel. Son buenas noticias para la iglesia de Jesucristo, porque el mismo Dios que está reuniendo a Israel está juntando a la iglesia de vuelta a Él, para traernos a nuestra heredad, sanar nuestras heridas y restaurar nuestros corazones abatidos.

Hay un ministerio del Espíritu Santo hoy que es muy especial, es un ministerio a los abatidos. Es un ministerio a los quebrantados de corazón. Si usted lleva por dentro una herida, vuélvase a Dios, y diga: “Dios, este es un tiempo de restauración, ha llegado el momento de reunión. Tú estás sanando a los abatidos, tú estás vendando sus heridas. Señor, tú conoces esa herida que he llevado por tanto tiempo en mi corazón. Te pido que me sanes”.

Y el dedo invisible de Dios, el Espíritu Santo, llegará hasta ese punto donde ningún cirujano puede llegar y tocará esa herida en su vida para traer sanidad y restauración.

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