Diciembre 28, Alabanza en el desierto

 

Ofrezcamos continuamente sacrificio de alabanza a Dios.

 

Cuando estaba sirviendo en la Armada Británica durante la Segunda Guerra Mundial, estuve apostado en el desierto del Norte de África. Un aspecto negativo de las condiciones de vida en el desierto es que al estar allí esto provoca murmuración y quejas. Esto pasó con Israel muchas veces, y a menudo trajo el juicio de Dios y desdicha sobre ellos. Me cansé tanto del desierto, de la comida, y de los soldados británicos blasfemos que empecé a quejarme. Cuando hice esto, perdí la sensación de la presencia y la bendición de Dios.

Decidí apartar un día especial para ayunar y preguntarle a Dios por que parecía que Su presencia se había alejado de mí. Dije, "Dios, ¿por qué no estás cerca mío? ¿Por qué tengo que continuar esta vida monótona y fatigosa en el desierto? “Por la tarde, Dios me había dado la respuesta. Me habló muy claramente, diciéndome: “¿Por qué no me has agradecido? ¿Por qué no me has alabado?" Mientras meditaba en lo que Dios había dicho, me di cuenta de que había perdido la sensación de Su presencia porque me había vuelto desagradecido.

A su debido tiempo, el Espíritu Santo me dirigió a varios pasajes sobre este tema, incluyendo 1 Tesalonicenses 5:16-19: "Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu" (LBLA). De nuevo, la implicación es que, si no estamos siempre gozosos, si no oramos sin cesar y damos gracias en todo, ¡estamos apagando al Espíritu Santo! Había apagado al Espíritu Santo en mi vida, al murmurar, al quejarme en vez que alabar y dar gracias.

Dios espera que continuamente ofrezcamos un sacrificio de alabanza con nuestros labios, y no sólo internamente con nuestros corazones. ¡Tenemos que alabarlo con nuestros labios dando gracias al nombre de Dios!

 

Gracias Señor. Te alabo. Proclamo que no apago el Espíritu, sino que me regocijo siempre, oro sin cesar, y doy gracias en todo. Ofreceré continuamente un sacrificio de alabanza. Amén.

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