Diciembre 18, Una ciudad que Él ha preparado
Salgamos a Él fuera del campamento.
En el capítulo 11 de Hebreos, el escritor enumeró una especie de cuadro de honor de muchos santos fieles del Antiguo Testamento. Luego, él dijo,
Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11:13-16)
Estos precursores de la fe, hombres y mujeres que son nuestros ejemplos de diferentes maneras, confesaron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra. Realmente, no estaban en el lugar que correspondía; ya que buscaban una tierra propia.
Hay muchos refugiados en nuestro mundo de hoy que están atravesando la agonía de no tener un lugar propio y permanente. El pueblo hebreo, también, estaba buscando un lugar propio, pero no en este mundo. Si ellos hubieran querido, pudieron haber vuelto al lugar de donde vinieron. Abraham, por ejemplo, pudo haber vuelto a Ur de los Caldeos. Pero su mente estaba puesta hacia adelante; no estaba mirando hacia atrás. Ellos deseaban un lugar mejor, este es, el celestial. Luego, leemos esa hermosa oración, "Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos". Cuando nos identificamos con Dios, con la ciudad que Él tiene preparado para nosotros entonces Él está orgulloso de ser nuestro Dios. Él les ha preparado una ciudad para ellos, y para nosotros.
Gracias Señor porque Tú me estás llamando a dejar este mundo atrás. Proclamo que soy un extranjero y un peregrino en esta tierra, buscando la ciudad que Dios ha preparado para mí. Saldré a Él fuera del campamento. Amén.
