Agosto 28, El antídoto a la soledad

 

En amor, mi Padre me ha predestinado para ser adoptado como Su hijo o hija.

 

Al preguntarme cuántos cristianos solitarios hay en el mundo de hoy, la respuesta probable me abruma. Creo que no debería existir un cristiano solitario. Uno de los cambios más grandes que deberíamos de hacer es replantearnos nuestra imagen de lo que significa ser cristiano. Significa ser un miembro de la familia de Dios. No solo en una bella frase teológica, sino ser parte de una familia verdadera.

La soledad es una condición muy desdichada. Sin embargo, en el mundo de hoy, hay millones y millones de gente sola. A pesar de que la población de la tierra está aumentando rápidamente, y aunque mucha gente viva en grandes ciudades; esta tierra nuestra con grandes ciudades altamente pobladas está llena de gente sola.

Es posible estar solo incluso en medio de un montón de gente. Es posible estar solo en una gran ciudad. De hecho, esa soledad es la peor de todas, estar rodeado de gente, y al mismo tiempo, sentirse aislado de todos por una barrera invisible la cual no tiene idea de cómo atravesarla.

La soledad no es el plan de Dios para ningún individuo. Desde la eternidad, Dios es un Padre. Dios es la fuente de toda paternidad–de toda familia, en el cielo y en la tierra. Como Pablo escribió en Efesios 3:15, "De quien (Dios) toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra". Justo al comienzo de la historia humana, Dios le proporcionó una compañera para el primer hombre porque Él decidió, "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2:18). Esa es la postura de Dios. Él quiere sacarnos de nuestra soledad y colocarnos en la familia de Dios. Él quiere darnos hermanos y hermanas con quienes compartir Su amor.

 

Gracias, Padre, porque soy Tu hijo. Proclamo que la soledad no es el plan de Dios para mi vida. Él me ha puesto en la familia de Dios. En amor, mi Padre me ha predestinado para ser adoptado como Su hijo o hija. Amén. 

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