Agosto 24, Nutrición espiritual

 

Nuestro viejo hombre fue muerto en Cristo para que el nuevo hombre pudiera vivir en nosotros.

 

Hemos dicho que el nuevo nacimiento, a través de la Palabra de Dios, produce dentro del espíritu una naturaleza completamente nueva–una nueva clase de vida. Esto nos lleva a considerar el siguiente efecto importante que la Palabra de Dios produce.

En cada ámbito de la vida, hay una ley inmutable: tan pronto como una nueva vida nace, la primera y mayor necesidad para sostener esa nueva vida es la nutrición. Por ejemplo, cuando un bebé humano nace, ese bebé puede estar sano y saludable en todos los aspectos, pero a menos que reciba rápidamente alimento, va a perder el vigor y morirá.

La misma ley es verdadera en el ámbito espiritual. Cuando una persona nace de nuevo, la nueva naturaleza espiritual producida dentro de esa persona requiere inmediatamente nutrición espiritual, tanto para mantener la vida como para promover el crecimiento. El alimento espiritual que Dios ha proveído para todos Sus hijos nacidos de nuevo se encuentra en Su propia Palabra. La Palabra de Dios es tan rica y variada que contiene alimento adaptado a cada etapa del desarrollo espiritual. La provisión de Dios para las primeras etapas de crecimiento espiritual está descrita en la primera Epístola de Pedro. En el capítulo 1, inmediatamente después que Pedro escribió sobre el nuevo nacimiento de la semilla incorruptible de la Palabra de Dios, continuó diciendo, "Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación" (1 Pedro 2:1-2). Para los bebés recién nacidos espiritualmente en Cristo, la nutrición indicada de Dios es la leche pura de Su propia Palabra. Esta leche es un combustible necesario para el crecimiento y la vida continua.  

 

Gracias, Jesús, por el intercambio en la cruz. Proclamo mi compromiso con la Palabra de Dios como mi fuente de nutrición espiritual para la vida y el crecimiento continuo, y proclamo que mi viejo hombre fue muerto en Cristo para que el nuevo hombre pudiera vivir en mí. Amén.

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