Agosto 17, La plenitud de Cristo: es Dios mismo

 

He sido hecho perfecto en Cristo.

 

Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que está de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. (Colosenses 2:8-10 NVI)

 

Ése es mi objetivo–entrar en la plenitud que se nos fue dada en Jesucristo, Él debe ser nuestra meta y satisfacción más importante. Esto podemos ilustrar con una analogía del Tabernáculo de Moisés, como está descrito en el Antiguo Testamento. Su estructura tenía tres secciones: primero, el Atrio exterior; luego, dentro de la primera cortina, el Lugar Santo; y dentro de la segunda cortina, el Lugar Santísimo. Además, una manera simple de distinguir estos sitios es por la luz que había disponible en cada sección.

En el Atrio Exterior, la luz es natural, proporcionada por el sol, la luna, y las estrellas. En el Lugar Santo, no hay luz natural. La luz es proporcionada por el candelabro de oro con sus siete lámparas, donde el aceite es encendido en los platillos para dar luz. Una vez dentro del Lugar Santo, usted ya no está dependiendo de sus sentidos, sino depende de la fe. Notablemente, detrás de la segunda cortina, no había nada de luz. Sólo había una razón para entrar allí: para encontrar a Dios. Cuando un hombre con un verdadero corazón iba más allá de ese segundo velo, se volvía gloriosamente iluminado con la presencia sobrenatural de Dios, llamada shekinah. Ese es el objetivo final. No hay nada que nos cautive más allá de ese segundo velo, excepto Dios. Él no provee otras diversiones–es Dios y nadie más. Si Dios no está, usted es dejado en la total oscuridad. Poner a Dios como nuestro objetivo en la vida significa que no dejaré que otras cosas me persuadan. Es Dios y solo Dios. La luz que yo busco no es ni natural ni artificial; es sobrenatural, la presencia de Dios mismo.

 

Gracias Señor, porque tú obras en mí. Proclamo que es Dios mismo y solo Dios a quien busco-la plenitud de Cristo-porque he sido hecho perfecto en Cristo. Amén.

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