Vestido de justicia

 

Salmo 17:15

En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

Qué bellas palabras, qué hermosa expectativa: la expectativa de todo creyente verdadero, una que va más allá del final del tiempo y se proyecta a la eternidad. Aunque hemos de dormir en la hora de la muerte, un día nos despertaremos y entonces estaremos satisfechos, satisfechos con la semejanza del Señor: despiertos, vestidos de su justicia, cubiertos de su semejanza, y contemplando su rostro.

Cuánto me regocijo en esa frase: “estaré satisfecho”. No creo que exista algo más que pueda satisfacer plenamente el corazón humano aparte de Dios mismo. En esta vida tenemos contacto con Dios, lo conocemos, lo servimos, hacemos su voluntad. Pero hay vacíos en la revelación, un velo se interpone, y todavía somos criaturas de carne. Aunque nuestras ideas y conceptos son tan limitados e inadecuados para comprender a Dios, llegará un día en el que despertaremos en su semejanza, no en la nuestra, vestidos de su justicia, intachables para permanecer delante de su trono, para verlo cara a cara. Y entonces estaremos satisfechos.

Nada puede igualarse a esto. Ese es el fin de toda vida. Todo termina en Dios mismo.

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