Un remedio para el insomnio

 

Salmo 3:5–6

Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí.

Hay un remedio para el insomnio. Me pregunto cuántos de ustedes saben lo que es realmente gozar con certeza cada noche de un sueño tranquilo, bendecido y reparador. En nuestra civilización contemporánea son incontables las multitudes atormentadas por la falta de sueño, por el insomnio. Pero hay un hombre que halló un remedio: Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. Usted podría pensar que ese hombre no tenía las presiones bajo las cuales usted vive, que no enfrentaba tantas dificultades, que no tenía preocupaciones e inquietudes. Pero se equivoca. Es probable que él tuvo muchos enemigos y más presiones, y que enfrentó más peligros de lo que usted haya experimentado en cualquier momento de su vida. No obstante, él encontró el secreto.

Yo me acosté y dormí, y desperté. No temeré. ¿Por qué? Porque  Jehová me sustentaba. Cada noche él se encomendaba al Señor, se acostaba confiado en el Señor. Él sabía que su alma estaba segura en las manos del Señor. Podía dormir y despertarse sin ansiedad, sin temor, sin el tormento del insomnio. Si usted padece el horrible tormento del insomnio, recuerde y ponga en práctica las palabras de David.

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