Noviembre 28, Destronándonos a nosotros mismos
Consideremos los unos a los otros.
En conexión con nuestra disposición de servir a otros, quiero mirar otro pasaje que viene del apóstol Pablo, algo que escribió a los cristianos de Corinto. Pablo tenía un trasfondo judío, era estricto, indagador y ortodoxo. Él era un fariseo, y tenía las calificaciones para ser un rabino. Él tuvo una clase de justicia que lo llevó a separarse de otras personas, a quienes él consideraba de un nivel más bajo o incluso despreciaba.
Pero cuando él conoció a Jesús, se realizó el cambio más maravilloso en su naturaleza. Tenga en mente que las personas de Corinto eran básicamente la escoria de la tierra. En esta epístola, Pablo dijo que algunos de ellos habían sido homosexuales, algunas prostitutas, algunos ebrios, y algunos calumniadores. Simplemente no eran las mejores clases de personas. Corinto era uno de los puertos marítimos más importantes del mundo antiguo, y, al igual que muchos puertos marítimos, la ciudad estaba llena de esta clase de gente.
Pero miremos a esta asombrosa declaración de Pablo: "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús (2 Corintios 4:5 LBLA).
Aquí está ese fariseo orgulloso diciendo, "Somos sus esclavos por amor de Jesús"-¡incluso hasta el punto de estar a gusto con el pueblo de Corinto!
Note los tres pasos. Primero, destronarnos a nosotros mismos: "No...a nosotros mismos". Segundo, entronamos a Cristo: "Jesucristo como Señor". Tercero, servimos a otros: "somos siervos vuestros por amor de Jesús". Esos tres pasos son tan importantes. Por amor servir a otros. Ése es el mensaje: escape del egocentrismo.
Gracias Señor, porque Tú me ayudas a amar a otros. Proclamo que me destrono a mí mismo, entrono a Cristo, y sirvo a otros. Consideraré a otros. Amén.