Apártese de la insensatez
Proverbios 9:13–18
La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. «¡Vengan conmigo, inexpertos! —dice a los faltos de juicio—. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!» Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa [o del Seol, el mundo de las tinieblas].
Esta imagen de la insensatez me hace entender algo. Dice que la insensatez nos ofrece algo por debajo del precio real. Las personas van por su camino, buscando sus propósitos legítimos, y la insensatez se les atraviesa con una sugerencia: si ellos se apartan y compran de ella y reciben lo que tiene para ofrecer, ellos harán un gran negocio.
He llegado a la conclusión de que en la vida espiritual realmente no hay gangas. Dios no negocia con nosotros. Dios no nos ofrece gangas. Él no rebaja sus precios. Y si alguna vez encuentra a alguien que le ofrece algo espiritual a precio reducido, tenga cuidado; no es una oferta genuina. Viene de la insensatez y del engaño.
Las bendiciones espirituales tienen un precio. Las riquezas espirituales tienen un precio. El precio es doble: compromiso y disciplina. La insensatez es indisciplinada. Ella trata de convencerlo de que puede obtenerlas sin disciplina; que no necesita hacer un verdadero compromiso de vida. No la escuche; ella busca engañarlo y apartarlo del buen camino.